– Sorpréndelos cuando se porten bien. Mostrar interés, alabar, reconocer y felicitar cada vez que vemos que nuestro hijo se porta bien, como por ejemplo cuando está tranquilo o cuando está con su hermano sin pelearse o está comiendo bien sentado.
– Reconocer cualquier mejora aunque sea pequeña. Es imposible pasar de una mala a una buena conducta, pero si nos fijamos veremos que suelen haber pequeñas mejorías y estas también las hemos de reconocer, así el niño se motivará a continuar mejorando.
– Presentar alternativas para que su hijo pueda elegir. En vez de ordenar a que haga una determinada tarea se le pueden ofrecer dos alternativas y así él elegirá cual y lo hará de forma más contenta. Por ejemplo si queremos que haga los deberes podemos preguntarle, ¿quieres hacer los deberes antes o después de merendar?
– Utilizar la distracción. Cuando nuestro hijo tiene comportamiento de oposición lo mejor es no realizar ordenes explícitas y directas. Por ejemplo, si queremos que se vista lo mejor sería decirle, ¿qué cuento quieres que te explique mientras te vistes para salir a la calle?
Más adelante y cuando esto esté resuelto y nuestro hijo sea bastante obediente sabrá hacer las cosas y poco a poco la convivencia familiar será más pacífica y armoniosa. Recuerda que la mayoría de niños no hacen caso a la primera!
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